El institucionalismo es un enfoque académico por el cual se incorpora como variable de interés a las instituciones. Esto, en el desarrollo de las ciencias sociales como la economía o la política.
Es decir, el institucionalismo plantea que en el análisis de la realidad debe incluirse como factor clave el rol de las instituciones, que son -en simple- las organizaciones sociales y políticas.
En el caso de la economía, por ejemplo, las instituciones son las que establecen las reglas de juego para la toma de decisiones de consumidores y productores. Por ejemplo, el gobierno define la política comercial de un país. Dependiendo de ello, una empresa puede está más o menos expuesta a la competencia de productos extranjeros.
Cabe recalcar que con instituciones no solo nos referimos al Estado, sino también a las asociaciones de trabajadores (sindicatos) o de empresas (gremios o asociaciones). Incluso, en un sentido más amplio, las instituciones son el conjunto de normas bajo las cuales nos regimos en una sociedad.
Origen del institucionalismo
El institucionalismo nace como una respuesta a la economía neoclásica, proponiendo que se incorporen variables sociopolíticas en el análisis.
Así, el denominado “antiguo institucionalismo” nació en Estados Unidos a finales del siglo XIX con autores como Thorstein Veblen, John Commons y Wesley Mitchell. Sus ideas fueron base para teorías que se desarrollaron posteriormente. Por ejemplo, se reconoce que Commons influenció en la teoría del comportamiento.
Sin embargo, estos primeros institucionalistas no plantearon un marco teórico común que haya podido perdurar en el tiempo.
Posteriormente, apareció la nueva economía institucional, a mediados del siglo XX, cuya idea fuerza es que la estructura de las instituciones es determinante en la dinámica del mercado.
Bajo esa nueva corriente de pensamiento, se desarrollaron conceptos como el de los costes de transacción. Estos son aquellos desembolsos adicionales en los que deben incurrir los agentes para efectuar una operación. Nos referimos, por ejemplo, a la inversión de un empresario para obtener la licencia de funcionamiento de su negocio.